Brasil vota este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro son los favoritos. Entre los dos, suman el 80% de intención de voto, según la última encuesta de Datafolha. El candidato del Partido de los Trabajadores (PT) ha aumentado las posibilidades de ganar en primera vuelta. Si ninguna de las opciones consigue la mayoría absoluta, es decir, más del 50% sin contar los votos blancos y nulos, se irá a la segunda vuelta el 30 de octubre.
Más de 156.400.000 de personas, de una población de 215.100.000, están habilitadas para elegir representantes. “El mayor electorado registrado en la historia de Brasil”, según el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Edson Fachin. El electorado creció un 6,21% en comparación con las elecciones presidenciales de 2018. Las mujeres son mayoría y representan el 52% del total. El 81% de los consultados dicen que tienen su voto “totalmente decidido”.
¿Qué se elige?
Los votantes elegirán los cargos de presidente, gobernadores, senadores y diputados federales, provinciales y de distrito. El electorado está distribuido en 5.570 ciudades. Solo irán a segunda vuelta los cargos de presidente y gobernador, en el caso de que ninguno de los candidatos consiga la mayoría absoluta en primera vuelta.
¿El voto es obligatorio?
Sí, el voto es obligatorio para las personas de entre 18 y 69 años. Para los jóvenes de 16 y 17 años, los mayores de 70 y los analfabetos, votar es opcional. La tasa de analfabetismo entre las personas mayores de 15 años es del 6,6%, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
¿Qué porcentaje representan los jóvenes y las mujeres?
Los electores de entre 16 y 24 años representan el 13,74% del total. El peso de los votantes de 16 y 17 años tiene este domingo mucha más incidencia que en las elecciones anteriores, ya el número de registrados de esta franja de edad ha crecido un 51% comparado con 2018, un récord histórico de votantes jóvenes para Brasil. Solo en los primeros cuatro meses de 2022, Brasil ganó más de dos millones de nuevos votantes jóvenes, según el TSE.
De acuerdo con la Constitución de 1988, los brasileños deben registrarse ante el Tribunal Electoral para poder votar. Su tarjeta censal acredita la inscripción electoral del ciudadano con el número de registro, zona electoral y lugar de votación.
Dentro del electorado, las mujeres son mayoría, con el 52%. Por tercera vez en la historia, las personas transgénero, transexuales y travestis votan con el nombre con el cual prefieren ser designadas, impreso en la credencial de elector. Este año representan el 0,02% del electorado.
¿Quiénes son los preferidos?
El electorado se presenta dividido. De un lado, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), con el 50%. Del otro, Jair Bolsonaro, del Partido Liberal (PL), con el 36% de intención de voto, según Datafolha. La consultora Ipec para Globo estima números similares, con algo más de ventaja para Lula, en un país donde las encuestas suelen ser fiables. El número de indecisos, a diferencia de las últimas presidenciales de Colombia, Chile o Perú, no supera el 4%.
En agosto, Lula oficializó su sexta candidatura a la presidencia de Brasil. El líder del Partido de los Trabajadores, de 76 años, llega a estas elecciones tras la anulación de sus condenas por corrupción. Lula fue condenado en 2017 a nueve años y seis meses de prisión por delitos de corrupción y blanqueo de capitales, una sentencia que en enero de 2018 se amplió a 12 años y un mes. El juez que lo condenó fue Sergio Moro, que luego fue ministro de Justicia de Jair Bolsonaro y ahora, candidato a senador por el estado de Paraná. Moro coqueteó con la idea de postularse para presidente este año. Para eso, intentó cambiar su domicilio al estado de São Paulo, aunque sin informar de a qué cargo pretendía aspirar, pero el Tribunal Regional Electoral de São Paulo le rechazó la petición. El mandato de senador es de ocho años.
Después de pasar 580 días detenido en una celda de la Policía Federal en Curitiba, el Tribunal Supremo Federal ordenó anular las condenas contra Lula en la causa Lava Jato por considerar a la Justicia Federal de Paraná incompetente para juzgarlo. Además, el juez de la Corte Suprema, Edson Fachin, determinó que Moro había actuado con “parcialidad” en la conducción del proceso. Lula recuperó así los derechos políticos que le permitieron presentarse como candidato en estas elecciones. En abril de este año, el Comité de Derechos Humanos de la ONU determinó que el juicio contra Lula violó su derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial, su derecho a la privacidad y sus derechos políticos.
En las elecciones de 2018, la corrupción fue identificada como el mayor problema de Brasil. En 2022, el 40% de los consultados considera que el principal problema es la economía, mientras que la corrupción se ubica en el 8%, según la encuesta Genial/Quaest.
La candidatura de Lula ha conseguido importantes respaldos, algunos de ellos inesperados. El rechazo del 52% a Jair Bolsonaro es el principal motivo que explica los apoyos. Por eso, es incorrecto decir que estas elecciones están polarizadas en sus propuestas y sus apoyos. Lula representa una candidatura anti-Bolsonaro, que va mucho más allá del apoyo a las ideas del Partido de los Trabajadores y a su principal figura política. Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil entre 1995 y 2002 y líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), histórico adversario político del PT, fue el primero en mostrarse con Lula en mayo del año pasado.
Si bien Cardoso no ha llamado a votar abiertamente a Lula debido a que su partido está aliado con la candidata Simone Tebet en la fórmula presidencial, ha pedido elegir a quien esté comprometido con la “lucha contra la pobreza y la desigualdad” y por quien defienda la “diversidad”, en un mensaje publicado en redes sociales que ha sido interpretado como un claro respaldo al expresidente.
Otro de los respaldos, que muestra que Lula llega con una propuesta amplia, ha sido el de Marina Silva. Enemistada con el PT desde hace una década, la exministra de Medioambiente de Lula y tres veces candidata a presidenta de Brasil, en contra del expresidente, llamó abiertamente a votar a Lula para vencer la “semilla maléfica del bolsonarismo” y su “amenaza a la democracia”.
Jair Bolsonaro, de 67 años, busca renovar su mandato. De no conseguirlo, sería la primera vez desde el retorno a la democracia que un presidente en funciones que se presenta a la reelección no la consigue. Esta es la primera ocasión en la que el ultraconservador Bolsonaro compite directamente con Lula. En 2018, el candidato del PT fue Fernando Haddad, del ala más moderada del partido.
En esta elección, Bolsonaro se presenta por el Partido Liberal, aunque ha sido durante gran parte de su gestión un presidente sin partido.
Bolsonaro utilizó la Asamblea General de Naciones Unidas para hacer campaña. “Durante mi gestión hemos acabado con la corrupción sistémica que existía en el país. Entre 2003 y 2015, el período en el que la izquierda presidió Brasil, el nivel de endeudamiento de Petrobras alcanzó los 170.000.000 dólares. La persona responsable ha sido condenada”, dijo el presidente.
La principal dificultad en este primer tramo de campaña ha sido para Bolsonaro elevar el suelo de aprobación. El presidente de Brasil tiene buena acogida entre los grupos evangélicos, sobre todo entre los hombres: el 52% dice que apoya al actual presidente. También entre los más ricos y los habitantes de la región Sur. “Las iglesias evangélicas se han convertido en una fuente enorme de militancia de Bolsonaro”, dice Esther Solano, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la Universidad Federal de São Paulo.
¿Cuáles son los otros candidatos?
En total se inscribieron 12 candidaturas a presidente, pero quedaron 11. Teniendo en cuenta la polarización electoral, el lugar para las terceras y cuartas opciones es bastante limitado. Ciro Gomes, por el Partido Democrático Trabalhista (PDT), con una propuesta de centro, se ubica en un lejano tercer lugar con el 7% de intención de voto.
Gomes, de 64 años, es un hombre de la política. Con más de tres décadas de trayectoria, este candidato ha pasado por todas. Desde su primera candidatura en 1982 a diputado provincial por el estado de Ceará, donde suele conseguir buenos resultados, hasta llegar a esta cuarta candidatura a presidente de Brasil. El candidato del PDT ha sido alcalde de Fortaleza, gobernador de Ceará, diputado federal, ministro de Hacienda de Itamar Franco y ministro de Integración Nacional de Lula en su primer mandato. Ciro busca posicionarse como una opción moderada entre dos gigantes. Pero la estrategia le ha costado bastante. A diferencia del expresidente Lula, Ciro no es un hombre de partido, ha pasado por seis espacios políticos diferentes en los últimos 35 años.
Simone Tebet, de 52 años, es la cuarta en intención de voto. Con un 5% en intención de voto, Tebet tiene casi nulas opciones de llegar a la segunda vuelta electoral. Tebet es candidata a presidenta por el tradicional Movimiento Democrático Brasileño (MDB), identificado con el llamado centrão, un bloque de partidos conservadores con el cual los distintos gobiernos necesitan pactar en el Congreso para garantizar la gobernabilidad. Mara Gabrilli, del PSDB, acompaña a Tebet como candidata a vicepresidenta.
Tebet llega a ser candidata después de una profunda crisis en el centro-derecha brasileño. El candidato natural para estas elecciones era el exgobernador de São Paulo, João Doria, que decidió renunciar a su candidatura en mayo después de ver cómo su postulación no superaba el 3%. El derrumbe de este sector quedó confirmado cuando varios líderes del PSDB decidieron respaldar la candidatura de Lula para impedir un nuevo Gobierno de Bolsonaro. La candidatura de Geraldo Alckmin, presidente del PSDB hasta 2019 e histórico rival político de Lula, como vicepresidente en la fórmula del PT confirma este escenario.
Ninguno de los otros siete candidatos supera el 1% en intención de voto.
¿Cuándo sabremos los resultados?
La votación será de 8 a 17 horas en todo el país, hora de Brasilia. Si bien el país cuenta con cuatro husos horarios, en esta elección el TSE ha decidido unificar el horario de votación a la zona horaria de la capital. Por eso, en ciudades amazónicas los colegios electorales abrirán de 6 a 15 horas. Esta decisión no afecta a la cantidad de horas de votación. En todos los estados, el período de votación será de nueve horas. Después del cierre de la votación, es decir, a las cinco de la tarde, hora de Brasilia (22 horas en Madrid), comienza el recuento, que se puede seguir en la página del TSE.
¿Cómo interpretar los resultados?
Además del comportamiento electoral por estados, los resultados pueden ser leídos territorialmente en base a la división por regiones. Existen cinco regiones en Brasil, que comparten identidad cultural y características económicas similares. La región Sudeste es la más importante, representa al 42,6% de todo el electorado nacional y produce más del 55% del Producto Interno Bruto del país.
Los tres estados con menor peso electoral se ubican en la región Norte, a pesar de ser la de mayor extensión territorial, con el 8% de los votantes. El Nordeste, considerado bastión del Partido de los Trabajadores (PT), concentra al 27% del electorado, el Sur al 14,4% y el Centro-Oeste al 7,3%, según datos del TSE. El estado de São Paulo es el distrito más grande, con el 22% de todos los votantes. Eso significa que, por cada cinco votantes del país, uno reside en São Paulo. Luego vienen los estados de Minas Gerais con el 10,4% y Río de Janeiro con el 8%.
¿Es fiable el sistema de votación?
Sí, los resultados electorales nunca antes han sido cuestionados en Brasil, excepto por Jair Bolsonaro. Y ese comportamiento tiene una explicación política: “Estas son unas elecciones que Bolsonaro no puede perder. Prefiere provocar caos para continuar en el Gobierno y evitar terminar preso”, dice George Avelino Filho, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Stanford y profesor en la Fundación Getulio Vargas en São Paulo.
El voto electrónico integra el sistema electoral de Brasil desde 1996. La urna electrónica se compone de dos terminales, según explica el TSE, la terminal en la que se identifica al votante y se le autoriza a votar y la terminal del votante, en la que se registra numéricamente el voto. Para que el votante elija, deberá poner el número del partido y confirmar el voto. Para eso, los votantes debieron realizar la identificación biométrica ante el Tribunal Electoral. En total, el 75% de los electores serán identificados mediante huellas dactilares. De todos modos, el registro biométrico no es excluyente para participar.
Pero el presidente de Brasil no cede ante una eventual derrota electoral. Por primera vez en la historia de Brasil, las Fuerzas Armadas realizarán un recuento paralelo el día de las elecciones. Los militares verificarán los números registrados en 385 urnas para confirmar que coincidan con los datos enviados al TSE. Esa decisión abre un escenario de completa incertidumbre sobre lo que pueda llegar a pasar el domingo si el registro de las Fuerzas Armadas no llega a coincidir con el del organismo electoral.
“Bolsonaro está en una situación en la que no puede perder unas elecciones. Si pierde, será inmediatamente procesado. Sea por la inmensa cantidad de muertos que ha dejando la administración de la pandemia o por su implicación en otros casos de corrupción”, dice Avelino Filho.
Fuente: El Diario