l papa Francisco presidió este 2 de abril la misa del Domingo de Ramos, un día después de salir del hospital por una bronquitis, y en su homilía defendió a los «abandonados» del mundo: «Nadie puede ser marginado», dijo ante los fieles que se congregaron en la plaza de San Pedro.
«Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte», expresó el Sumo Pontífice en su primera aparición en público tras su hospitalización durante tres días a causa de una bronquitis a sus 86 años de edad.
«Hoy hay tantos ‘cristos abandonados’. Pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas», lamentó, elevando el tono de voz.
Antes de la misa, lo trasladaron en un carro descapotado hasta el centro de la plaza, a los pies del obelisco, para bendecir las ramas de olivo y palmas que los fieles, religiosas y miembros de la Curia portaron en procesión, recordando la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén.